El pasado martes fue martes (obvio) y trece.
Yo no soy supersticiosa en general (tengo mis propias manías), pero normalmente ni caigo que es martes o viernes 13.
La historia según he podido encontrar gracias al Sr. Google (que viene a ser como Dios porque tiene mucho poder pero nadie le ha visto), que esta mala suerte asociada al número 13 viene dada por los 12+1 apóstoles de la Última Cena y porque el anticristo llega en el Apocalipsis en el capítulo 13.
Pero el martes, por qué ese día? Pues unos dicen que es porque fue el día que cayó Constantinopla y otros lo asocian a Marte Dios de la Guerra, nombre del que viene «martes».
En fin, Serafín. Cada cual que se quede con lo que quiera. O no.
Yo lo que sé es que el martes empecé el día encerrada en un ascensor. Se quedó parado, sin más y ninguno de los muchos botoncitos funcionaba a excepción, por suerte del de la alarma.
Y cuando ya llevaba unos minutos allí, esperando que los bomberos me sacaran de allí en volandas, aparecieron dos técnicos de Otis, que era muy majos pero su calendario no tendría el mismo éxito.
Así que nada, ni bomberos macizos ni nada… Me tendré que conformar con esta tarta helada de mango que además es light (relativamente) porque la base está hecha de frutos secos y lleva ágave como endulzante. Así que para un caprichín, va perfecto.
La receta la podéis ver en el Magazine de Primavera en la pág. 44.
Espero que os guste.
Disfrutad del finde!
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