Nutella casera (en thermomix)

Empezamos la cuarta semana de confinamiento y esto es una mierda.

Que sí, que no estamos encerrados, que estamos a salvo, pero es una mierda igualmente. Y no quiero ser negativa, no, que oye, no sabía si era la tercera o la cuarta semana ya de cuarentena, pero vamos, que si la cuarentena son 40 días y llevamos 21, ya podemos hacer números…

Pues eso, una caca pinchada en un palo.

Me pasé la primera semana de confinamiento entre asombrada, viviendo una película mezcla de «El día de la marmota» y «Virus» y pensando en condicional. Si hubiera hecho esto o aquello, si estuviera aquí o allí, si trabajara para unos o para mi, en fin, un bucle interminable que me dejó bastante agobiada. Porque realmente, estar en casa no es lo que me preocupa, la casa no se me cae encima, tengo la suerte de ser bastante casera, de haber estado teletrabajando mucho tiempo y de sentirme a gusto entre cuatro paredes.

Pero llevo fatal no sentirme útil (que lo soy, lo sé) y dedicar todo mi tiempo a los niños, la casa, cocinar, recoger y volver a recoger. Porque adoro a mis hijos, pero no poder ni ir al baño sola y ver que los pobres no puede salir y corretear, me agobia, me atabala y me duele a partes iguales.

Después de ya tres semanitas confinados, creo que nos hemos acostumbrado un poco más. Tenemos más o menos rutinas instauradas de comidas, actividades, tv y más comidas y mira, llevamos horario de jubilados británicos, pero eso nos permite tener una horita para poder trabajar a mediodía y un rato antes de ir a dormir para tener un momento de relax y ver medio capítulo de una serie.

Pero flipo con la gente que tiene tiempo de hacer recetas, de poner en orden los armarios, de limpiar a fondo la cocina y encima hacer ejercicio. Ya os digo que yo no puedo ni hacer un filete a la plancha sin 5 interrupciones como mínimo.

De lo que llevo escrito ya han entrado cuatro veces:

Rectifico, de los dos días que llevo escribiendo este post, ya me han interrumpido tropecientas mil veces con:

• Dónde estoy.
• Qué hago.
• Puedo tocar el ordenador.
• Que vaya a jugar.
• Puedo comer una magdalena.
• Tengo caca.
• Me he mojado.
• Alba me ha cogido x.

Y las videollamadas ya son la pera. Si son personales, hay que cuadrar horarios y si son profesionales, además hay que avisar a todo el mundo, especiamente al padre, que mantenga controladas a las fieras para que no aparezcan a lo BBC (tengo que confesar que la primera semana fui yo la que apareció de esa guisa).

Y por otro lado me pregunto: Nosotros estamos confinados y estoy escribiendo esto con una ventana delante. ¿Por qué en estos 10minutos he visto pasar a una mamá con su bebé, a un padre con un niño en bici, dos amigos charlando y paseando «tranquilamente». ¿Todos ellos tienen necesidades especiales?

A lo que me lleva a preguntarme: ¿Me molesta que se pongan en riesgo y pongan en riesgo a otras personas o me toca las narices que nosotros estemos en casa y ellos no? ¿Es compatible una mezcla de ambos motivos? Quizá…

Bueno, que la cosa va para largo, que mínimo son dos semanas más y como les decía a unas amigas, yo no quiero que abran los bares, yo lo que quiero es que abran las guarderías. La cervecita ya me la tomo yo en mi casa. Sin problema.

Y como las penas con chocolate son menos penas, os dejo una receta pre-confinamiento de crema de cacao casera, sin azúcar y bien rica (nutella para los amigos). 

Salen dos botes de esos de yogur grande o de palmitos, lo guardas en la nevera y listo. A nosotros nos duraron un suspiro pero 15-20 días aguantan.

Feliz confinamiento.

…

Receta Nutella casera