Una escapada a Cal Bou



Fotografía de Cal Bou
En el anterior post, os comentaba que durante esta Semana Santa, nos íbamos de escapada a Andorra.
Después de haber leído en el blog Zero Gluten y posteriormente en Margot cosas de la vida, las maravillas que comentaban sobre Cal Bou, no lo pensé dos veces y me puse manos a la obra para hacer la reserva.
El jueves por la tarde, E. dejó a Buck en la residencia donde normalmente lo dejamos y que es de total confianza y el viernes por la mañana después de poner las últimas cosas en el equipaje de mano, fuimos de camino a Andorra.

Nada más llegar aprovechamos para hacer las compras típicas que se hacen en Andorra y chafardear un poco a ver si encontrábamos alguna ganga. No fue así, pero sí que compramos mantequilla y los productos que íbamos a degustar durante nuestra estancia: unos fantásticos quesos de cabra, otros de vaca y algo de embutido. Además de champagne y vino francés deliciosos. (Nos hemos puesto las botas….)
 

Después de la mañana de compras fuimos a comer a Crostó, un restaurante pequeño, donde es imprescindible hacer reserva ya que cuenta únicamente con servicio para 20 personas.
Allí nos esperaba nuestra mesa y Jordi, el dueño del restaurante que anteriormente era carnicero y hace algunos años se lazó al mundo de la restauración.
Había leído que es uno de los mejores restaurantes de la zona, y la verdad es que estuvo muy bien.
Nada más llegar, te sirven las bebidas y un aperitivo que consiste en olivas y una muestra de los embutidos típicos.

Después Jordi nos «cantó» la carta consistente en unos 10 entrantes y unos 10 segundos.
Nosotros pedimos una «fabetes con butifarra negra» y un «risotto con ceps». Ambos platos estaban muy buenos aunque para mi gusto el risotto estaba un punto pasado, aunque igualmente delicioso el sabor con gran presencia de setas y muy cremoso.
De segundo, no podíamos menos que pedir «onglet» que según nos explicó Jordi, es carne muy magra y con un gran sabor. Este tipo de pieza se podrían comparar entre un filete y un entrecot.
Estaba delicioso, tremendamente tierno sin grasa ni fibras. Estupendo. Pero las patatas fritas de guarnición eran congeladas (ohhhh).
De postre obvié la recomendación que me hicieron de pedir Tarta Tatin y pedimos para compartir (ya no podíamos más) un mil hojas de hojaldre con nata y chocolate fundido. Creo que me equivoqué. Aunque estaba bueno, era difícil de comer, a la nata le faltaba consistencia y al chocolate un punto más de espesor. (Así que si vais pedid la Tatin).
El vino que tomamos, de la casa (creo que únicamente trabajan con una bodega), más que correcto.
Y la relación calidad, cantidad y  precio, muy buena. (40€ por persona).

Con la barriga bien llena y con ganas de estirarnos un rato llegamos a Cal Bou.
Es un sitio encantador. Algunas de las casas son antiguos graneros que han rehabilitado y decorado de forma funcional y moderna y donde te sientes como en casa. Han mantenido las paredes de piedra y las vigas vistas de madera que le da un aire tradicional y vanguardista al mismo tiempo.
Han cuidado todos los detalles en cada una de las estancias. Desde una cocina totalmente equipada con todos los utensilios necesarios, hasta lavadora, lavavajillas, Nespresso, … Hasta los detalles que hacen que todo sea más confortable: velitas, chimenea, equipo de música, juegos de mesa, …

Cal Bou, consta de varias partes: el resort donde encontramos casas que se pueden alquilar, una cafetería y un restaurante fantástico que sirven las especialidades en carnes y aves ecológicas,       un spa para los que buscan el relax y la tranquilidad y dos salas privadas en las que realizar reuniones, presentaciones o comidas privadas de empresa o familiares. Además disponen de una sala infantil donde desde los más pequeños con una gran cantidad de juguetes y cuentos, hasta los más mayores (con una pantalla gigante donde pueden jugar a la Play), están la mar de entretenidos. Y los domingos cuentan con un monitor que está por ellos, los entretiene, etc. mientras que los padres almuerzan tranquilamente y pasan una velada en armonía (todos sabemos que una comida con niños puede ser agotadora y se agradece mucho la propuesta de Cal Bou).

Tengo que hacer hincapié en el restaurante, que Albert, el dueño de Cal Bou, nos enseñó muy amablemente y explicó que en breve va a haber dos novedades: la certificación de Slow Food, y una gran barbacoa donde en verano se podrán degustar pescados, carnes y arroces a la brasa. Una delicia. Además cuentan con su propio huerto! De ese huerto han salidos unas confituras que Albert nos ha regalado, una de sandía, otra de calabacín y otra de tomates verdes. Qué más se puede pedir!

Vistas desde Casa Serenalla

Además del resort, Cal Bou también es hípica. Realizan todo tipo de excursiones a caballo y cursos de equitación para todos los niveles.
Ya veis que hemos tenido de todo. Además ha llovido, ha nevado, ha hecho sol y hemos disfrutado como enanos.
Si tengo que quedarme con una fotografía de estos días, me quedo con las cabras y cabritas que el sábado por la mañana tomaban el sol en medio de la carretera. La noche anterior había estado nevando y supongo que nada mejor que el asfalto seco y calentito para quedarse un rato a descansar…

Si estáis pensando en hacer una escapada… Tened este lugar en cuenta. No os defraudará, seguro.

Qué habéis hecho vosotros por Semana Santa?

Espero que tengáis una fantástica semana (corta!)

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