Si eres amiga mía y me has invitado a tu casa a almorzar o cenar alguna vez, tienes dos opciones:
1. Cerrar esta página.
2. Leer la entrada y tomarla con humor. (Y tomar nota. De buen rollo, pero toma nota).
Aún a riesgo de parecer señorona, borde y un poquito gilipollas (con perdón), os voy a contar un secretillo:
Si me invitan a comer/cenar/merendar a casa de alguien no quiero cocinar. No quiero ayudar. Mi participación voluntaria no va allá que transportar bandejas/boles/ensaladeras/loquesea a la mesa y en sentido contrario cuando están vacías.
(Entendamos todo esto en encuentros formales y planificados, no en los encuentros informales que salen tomando un vino y de repente invades la casa de alguien).
En esos encuentros marcados en la agenda hace tiempo, no quiero tener que poner la mesa, picar cebolla, aliñar la ensalada o pelar las patatas que servirán de guarnición. No quiero. Me declaro en huelga. Me cruzo de brazos y echo morritos.
Hace semanas que sabes que quedamos, de hecho, me invitaste TÚ. Yo he hecho mi trabajo, he llegado a la hora prevista con un buen vino, un postre, un ramo de flores o una cesta de frutas. He cambiado las pantuflas por tacones, me he maquillado, planchado el pelo y huelo fenomenal. No hagas que me meta en la cocina. Tener un blog de recetas, no significa que ame estar en la cocina por encima de todas las cosas. Para mi, estar en la cocina es algo muy lejano a estar en un spa de Six Senses por mucho que no se entienda. No lo es.
Del mismo modo, cuando vengas a mi casa, esperaré exactamente lo mismo de ti. Yo me encargaré de tenerlo todo preparado para cuando llegues. No quiero que eches a perder la manicura recién estrenada, no quiero que pongas mesas, prepares guarniciones ni que recojas nada. Eres la/el invitada/o. No has venido a trabajar, has venido a disfrutar. Lo máximo que te pediré es que descorches el vino, lleves las bandejas a la mesa y digas lo bueno que está todo. Punto y final.
¿Hacemos ese trato?
Prometo deleitarte con postres como esta Tarta de ruibarbo con relleno de queso que está para chuparse los dedos. Nunca había probado el ruibarbo pero al verlo en la frutería no tuve dudas, tenía que hacerlo.
Estuve indagando y vi que para quitar el amargor debía dejarse unos minutos macerando con azúcar. Después adapte esta receta y voilà. Tarta a la vista.
Si tenéis la oportunidad de conseguirlo, no dudéis en comprarlo, la tarta es deliciosa y diferente.
Espero que os guste. ¡Feliz semana!
Ingredientes: (molde de 20 cm aprox).
– 1 lámina de masa brisa.
– 4 tallos (gorditos, mejor) de ruibarbo.
– 4 c/s de azúcar blanco
– 150 gr de mascarpone
– 150 gr de queso de untar tipo Philadelphia.
Elaboración:
Precalentar el horno a 180º.
Limpiar bien el ruibarbo y cortar a trocitos. Poner en un bol junto con el azúcar y dejar macerar unos 15min.
Engrasarcon un poco de aceite o mantequilla la parte interna del molde para que no se pegue la masa. Extender la masa y ponerla en el molde presionando bien y pinchar con un tenedor la base para que no suba. Poner papel vegetal encima y un peso, tipo garbanzos, e introducir en el horno durante 15min.
Mezclar los quesos de forma que queden bien integrados.
Sacar la masa, rellenar con el queso y poner encima el ruibarbo (quitándole el azúcar). Introducir en el horno unos 15 minutos más.
Dejar templar y servir.
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