El pasado domingo, celebramos el cumpleaños de Buck.
Para los que no lo conozcáis todavía, Buck es nuestro perro. Un Golden Retriever, ahora ya con tres añitos, que está hecho un campeón.
Llegó de la mano de los Reyes Magos en enero del 2009, lleno de energía y con unas ganas de jugar que todavía no han desaparecido.
Al principio pensábamos que era una oveja por la cantidad de pelo (o pelusilla) que tenía y lo gordinflón que estaba con una barriguita de cachorro que era imposible no tocar.
Se quedaba dormido encima de los pies de cualquiera, tenía miedo de salir a la calle y no emitía ningún tipo de ruido (ni lloros, ni gemidos ni ladridos, ni nada de nada), pensamos incluso que tenía algún problema de vocalización.
Y de repente, un día, se vió reflejado en un cristal y empezó a ladrarse a sí mismo. Desde ese día, no ha parado.
Pues este domingo pasado, el pequeño de la casa hizo tres añitos. Él, obviamente, no se enteró de nada, lo único que vió fue un pastel perruno que preparamos para la ocasión, un hueso enorme y una nueva cama para que pueda dormir calentito en las noches de invierno. Así, que aunque no tenía idea del porqué, le entusiasmo que tuviéramos tantos detalles con él.
Seguro que muchos de vosotros pensareis es una tontería, pero lo consideramos uno de la familia y se merece una celebración por todo lo alto. Soy totalmente consciente que fue uno de los momentos más freaks que he tenido, pero me encanta.
El pastel, además es súper fácil de hacer y muy vistoso, además de que hace las delicias de cualquier mascota que tengáis (y más si es tipo aspiradora como Buck, que come absolutamente de todo).
Únicamente tenéis que comprar una lata de comida húmeda para perros (ya sea en paté o trozos), coger un molde redondo y llenarlo con la comida. Presionar para que no se deshaga al quitarlo y poner alrededor huesos de galleta especial para perros.
Después con cebollino, tiras de puerro o de cebolleta, haced el lazo para que los huesos no se caigan. Por encima podéis poner algunas bolitas de pienso, zanahoria picadita, jamón dulce o lo que veáis que a vuestro perro le guste, y ale, a verlo disfrutar comiendo el manjar.
Lo bueno, es que es igual si queda mejor o peor porque vuestro comensal ni se va a quejar de la presentación, de la temperatura, ni de nada. Se lo comerá en un abrir y cerrar de ojos más contento que unas pascuas.
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