Mi rutina diaria empieza a las 6 am en cuanto suena el despertador. Bueno, vale: mi cargo de conciencia me impide esconder que soy incapaz de levantarme en cuanto suena la alarma y siempre tengo que posponer el inicio de la jornada 15 min más.
Realmente admiro a la gente que en cuanto suena el despertador, dan un bote en la cama y como si un muelle del colchón se liberara y les pinchara el culo, se ponen en pie camino de la ducha. Sí, señor, eso es fuerza de voluntad y no lo mío. (Cuando se repartió la fuerza de voluntad, mi madre seguro que estaba en la cola del pescado….).
Y es que temas de voluntad, la verdad, dejo mucho que desear…
Algunos ejemplos:
– Gimnasio: El primer mes voy regularmente hasta que dejo de ir un día. Un único día. Craso error. Ya está, se acabó. La vida social, el shopping o simplemente ociosa aparece ante mí y me cuesta horrores volver a pisar el gimnasio.
Aclaración: durante años he dirigido gimnasios y lógicamente cada día iba presencialmente. Ahora al dedicarme a la restauración, no puedo decir la frase que durante años he utilizado para acallar el cargo de conciencia: “Yo voy cada día al gimnasio” (lo decía con la boca pequeña, pero orgullosa! Que una no tendrá voluntad, pero orgullo, mucho…). Hace unos días que me he apuntado a uno… a ver cuanto duro…
– Cursos de idiomas:
Pasa lo mismo con el gimnasio. Me aburro y encuentro cualquier otra cosa para hacer más interesante.
Señores de las escuelas de idiomas: hagan las clases dinámicas por favor. Para leer un libro y rellenar las partes en blanco, lo hago en casa y me ahorro tiempo y dinero… He dicho. Después de esto, creo que puedo decir que la culpa no es del todo mía o únicamente el haber elegido mal las escuelas.
Vale, sólo he hecho uno y me quedé con los primeros fascículos. Pero es que cómo es posible que después del primer número que promocionan a bombo y platillo, no solamente el precio se triplique si no que es imposible encontrar los siguientes números?
Lo dicho, tampoco es todo culpa de mi falta de voluntad…
-Tratamientos de belleza.
Antes de empezar ya os digo que sí, que es totalmente culpa mía. No hay excusas.
Un día me da un «aire» y me gasto una fortuna en productos fantásticos. Tardo dos semanas en abandonar el hábito del desmaquillador, el tónico, el exfoliante, la crema nutritiva, la hidratante, el contorno de ojos, la mascarilla, el serum, … Por Dios, pero si es que hay que levantarse 3 horas antes para hacerlo todo!
Eso sí, algún fin de semana de esos que no llevas prisa, una sesión de belleza, cae sí o sí.
Volviendo a mi falta de voluntad para levantarme dando un salto en la cama, yo prefiero quedarme calentita, dando vueltas e intentando con todas mis fuerzas que los 15 min se alarguen hasta 2h.
Mi primer pensamiento, el primerito el primerito es: ¿Ya?
El segundo: Qué sueño tengo
El tercero: Cuando voy a poder volver a dormir? Es fin de semana y puedo hacer la siesta. Hoy a las 22h me voy a dormir.
Y sí, pienso estas tres cosas en el mismo momento. Ya veis que después de medio segundo despierta tengo la agilidad mental necesaria para pensar varias cosas a la vez (lo que tiene ser mujer….).
A partir de aquí los pensamientos se vuelven algo más profundos y voy pasando lista muy lentamente las cosas a hacer durante el día, pienso el tiempo que hará ese día y enciendo la tv o la radio para escuchar las noticias y ver el tráfico y el tiempo.
El tiempo tiene sentido, para poder tener margen de maniobra para cambiar el modelito elegido la noche anterior, pero el tráfico, en un principio no, porque como leíais en este post, voy en tren y es toda una odisea con capítulo aparte.
Pero como odio ir en tren, es la forma de auto convencerme (sí, diariamente) que si voy en coche a Barcelona voy a tardar el doble y voy a gastar 10 veces más entre aparcamiento y gasolina. Llamadme simple si queréis.
Bien, pues después de toda esta retahíla de sinceridad tengo que confesar que la fuerza de voluntad la debo tener toda enfocadita en el blog, aunque realmente no es estrictamente así, ya que no requiere ningún esfuerzo (igual por eso se cumplen dos años del inicio….).
Así que
después de 2 años, más de 200 entradas, dos magazines (Verano y Otoño) y muchas buenas experiencias,
os traigo un pastelito fantástico y rico rico para celebrarlo. Espero que os guste y que cumpla muchos más.
Disfrutad de la semana!
Ingredientes:
– 200 gr de chocolate negro para postres
– 200 ml de nata líquida de montar
– 1 huevo
– Mantequilla
– Higos o frutos rojos para decorar.
– Hojitas de menta
Elaboración:
Untar el molde (o los moldes pequeños) con mantequilla.
Fundir el chocolate troceado al microondas o al baño maría
Poner en un cazo al fuego la nata hasta que esté a punto de hervir, añadir al chocolate en tres veces, incorporando de cada vez.
Separar la clara de la yema del huevo. Montar la clara a punto de nieve.
Calentar la mezcla durante 1min a temperatura media y añadir la yema del huevo. Integrarla.
Añadimos la clara montada.
Mezclar muy bien hasta que todo quede bien mezclado con movimientos envolventes.
Verter la mezcla en los moldes e introducir en la nevera durante 4-5h.
Desmoldar con cuidado pasando un cuchillo mojado en agua tibia por los bordes. Decorar con unas frutas rojas o higos como en este caso y menta.
Servir frío.
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