Krantz Cake con nueces




Nunca estás preparada para que te llamen de USTED.
Así te suena, con mayúsculas, negrita y subrayado. Y además con tamaño XXL. Como una bofetada te deja ahí, paralizada en el mismo sitio, pero con lo ojos como platos y mirando hacia los lados por si no se referían a ti.

El primer síntoma es cuando un mocosete, rondando la edad del pollo (antesala de la edad del pavo pero mucho más controlable), te pregunta la hora al ritmo de:
– Señora, tiene hora? 
Dan ganas de decirle que sí, e irte con cierto desparpajo, pero entiendes que el pobre muchacho hace caso de su santa madre que le ha dicho que a los mayores hay que tratarlos de Usted. Y como una, le saca al chaval más años de los que quisiera, pues lo acepta (y le dice la hora) no sin antes anotar mentalmente, que si en un futuro (lejano, porque el arroz está todavía bien durito) tiene hijos, dejarle bien claro, que a los señores mayores se les llama de Ud. pero no a las señoras a no ser que vistan de negro y vayan con bastón.

Pasada esta primera fase de impacto surealista, vienen otros que empiezan a mezclar por partes iguales el impacto y la realidad. 
Primero llegan los proveedores que como señal de respeto, te tratan de señora, a lo que respondes que te tuteen, como si con el cambio de la palabra, te quitaran 5 años de encima o la magia del photoshop se hiciera realidad y esas patitas de gallo que ya asoman, fueran a desaparecer delante del espejo.
Después vienen los jovencetes que aspiran a un puesto de trabajo y que por cortesía (te autoconvences tú misma) te tratan con la dichosa palabrita. Y en un momento de bloqueo mental, les dices que no te traten de Uds. que tampoco hay tanta diferencia de edad. En ese momento, el chico, amablemente sonríe, pero la mueca que adviertes, te hace darte cuenta, el puntito lastimero que acabas de dar. 

Pero lo  peor, lo peor de todo, es cuando alguien de tu misma edad te dice: Señora. 
¿SEÑORA? Pero si tengo tu edad!!!! Y soy una chavalilla que hace nada que salió del cascarón! Tendrá poca vergüenza!
Vamos, que te sienta igual de mal que cuando te quitan el asiento en el bus… así que después de esta reflexión, te das cuenta que igual sí que empiezas a ser SEÑORA, por mucho que te pese, muchos Cosmopolitans que leas, que bebas y mucha minifalta que te pongas.

Así, que como no te queda más remedio, levantas la cabeza y dignamente lo asumes.
Eso sí, en cuanto llegas a casa, te comes un buen trozo de este Krantz Cake

de chocolate con nueces, que levanta la moral y hace que por un momento, te sientas mejor.
Ya sabes que a cierta edad tienes que elegir «cara o culo», así que elijo cara que me trae más satisfacciones. 



Este Krantz Cake es un bollo originario de Jerusalén, tipo brioche que se corta y retuerce para conseguir el aspecto trenzado. Es delicioso. Yo tuve que dar la mitad para no zampármelo enterito de una sentada (os prometo que soy capaz).

La receta la podéis ver el Magazine de Otoño, en la pág. 41.

Espero que os guste! Disfrutad de la semana

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