Me encanta Italia.
He ido varias veces y aunque la primera fue un poco decepcionante, las siguientes veces que he tenido la oportunidad de ir, me han ido encandilando hasta desear volver en cuanto pueda.

La primer vez la visita fue a Roma y me esperaba vivir un cuento. Es lo que pasa con las malditas expectativas. Te las creas en función de las experiencias de otros o de los libros y revistas de viajes y después, (plaf), llega la realidad y no es tan idílica ni perfecta como te habías imaginado.

Encontré una Roma sucia y caótica. Después he aprendido que ese caos precisamente, le aporta el encanto que tiene. 
En las siguientes visitas, mucho más amenas, pude visitar más zonas y sentir de forma diferente el espíritu italiano (o eso creo).

Pero lo que me hizo sentir mariposas en el estómago y realmente me hizo sentir en un cuento fue la ruta que hice por la Toscana. 
Me encantó todo. Y cuando digo todo, es todo. Hasta las colas, las callejuelas por donde te perdías para encontrar el hotel, la cuestas empinada de adoquines.

Pero reconozco que lo que más me gustó fue la gastronomía.
El viaje lo preparé a conciencia y llevaba todas las reservas confirmadas, la información turística de cada lugar, toda la información sobre la ruta  y los sitios recomendados para almorzar o cenar en cada pueblito.

Durante esos días estuve rodeada de lugares con encanto donde disfrutar de unos días de ensueño.

Pero… ¡me faltaron por probar los gnocchis! ¿Os lo podéis creer?

Así, que tenía que poner remedio rápidamente.
Después de varias veces haciendo gnocchis me he dado cuenta que me gustan redonditos y pequeños de forma que cada bocado sea sutil. Con la harina justa y mucha patata para que tengan un gusto intenso al tubérculo. Ideales para servir tan solo con mantequilla y salvia. Intensifica su sabor y lo ensalza. Deliciosos.

Podéis ver la receta en el Magazine de Primavera, en la pág. 17.

Supongo que muchos estáis de puente, así que disfrutadlo.

Feliz fin de semana «larguito»!