El destino tiene esas cosas…
Cuando no tienes planes más que sacar al pirrucho y trabajar te encuentras como una rosa.
Cuando tienes la agenda llena de cositas divertidas donde hacer vida social y pasártelo pipa, te constipas, te viene el bajón y desearías enroscarte en el edredón cual oso hibernando y dejar pasar así los días hasta que tu nariz no tengan ningún parecido a la de Rudolf y tu piel no duela.
Porque a mi, cuando estoy enferma, me duele la piel y las encías. No sé si es que soy rara o a alguien también le pasa. ¿A alguien más le pasa?
Es que me molesta hasta el albornoz, oye.
Bueno, volviendo a lo malita que estoy y lo poco que me quejo (ejem), ya me estoy viendo en todos eventos que me apetecen un montón (o me apetecían antes de tener como mejor amigo el pañuelo y el Frenadol), con la cámara en una mano y el kleenex en la otra.
Me podría quedar en casa, sí, pero me niego. He pasado las fiestas trabajando, he trabajado el día de Navidad, de St. Esteve, todos los fines de semana y hasta el día 1. Así que mi constipado, un cargamento de pañuelos, otro de paracetamol, un buen abrigo y yo, nos vamos de parranda. Porque yo lo valgo! (La verdad es que si me vierais ahora, no daríais un duro por mi, pero bueno. Ya veis que los virus no han menguado mi autoestima).
Mañana, cuando vea que sigo sin encontrarme bien, ya me tomaré esta cremita de topinambur con manzana y queso de cabra.
El topinambur es un tubérculo (no muy fácil de encontrar la verdad) que tiene un sabor entre la alcachofa y el espárrago (salvando distancias). Con el dulzor de la manzana y la cremosidad del queso de cabra, queda una crema fantástica.
Podéis ver la receta en el Magazine de Invierno, en la pág. 28-29.
Espero que os guste.
Disfrutad del fin de semana con o sin virus (yo lo haré).
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