Os contaré un secreto…
Los últimos meses han sido una auténtica locura.
Me fui de vacaciones (podéis imaginaros mi cara sonriente justo aquí), llena de nervios, estrés y preguntándome qué camino quería seguir con mi vida. No porque fuera infeliz o porque hubiera sufrido algún cambio, no. Adoro mi vida, pero estaba saturada.
Tan saturada que sin pensarlo me fui con seis extraños a recorrer la costa croata en un velerito de 14m, una expecie de Gran Hermano en metros reducidos. (Si os preguntáis cómo fue la experiencia, podéis echar un ojo aquí).
En Bloom teníamos muchísimo trabajo (no hay suficiente agradecimiento en el mundo) y la fotografía gastronómica (donde se incluye: trabajos, talleres, web, blog, redes sociales + cocinar) se me hizo un mundo. Sentía que no tenía vida.
Pero entonces llegaron las vacaciones, el descanso de la cámara, los fogones apagados, la eliminación de obligaciones y la distancia para ver el bosque desde lo alto y no entre las ramas que se te meten en los ojos y te dejan las piernas arañadas.
Esa desconexión me sentó de maravilla.
Ahora que lo pienso, cada vez que me he sentido perdida, me he ido de viaje y me he vuelto a encontrar. Ya lo dice la frase:
Total, que volví con las energías renovadas, enamorada de nuevo del verano y con las cosas claras.
Al final las cosas se reducen a «PRIORIDADES«. Parece sencillo, pero qué pasa cuando TODO es prioritario? Lo primero, respira. Lo segundo, elimina. Hay cosas en nuestro día a día que para nosotros son prioritarios porque no nos hemos parado a pensar. Piensa. Súbete al árbol y respira. La solución vendrá sola.
Como mínimo es lo que me pasó a mi.
También tengo que decir, que una vez tenía la mente reseteada, conté con ayuda en forma de libro: La semanal laboral de 4horas.
Una americanada que aunque parezca llena de ideas locas, a mi me ha servido para priorizar, maximizar mi tiempo y poder dedicarme no solamente al trabajo y las obligaciones, si no también al ocio, a lo que amo y a VIVIR.
El primer plato que fotografié cuando llegué de las vacaciones fue este que os presento. Sencillo a más no poder. Al final, la esencia de todo. Simplificar para disfrutar.
¿Quién no se ha tomado un filete con patatas y champis alguna vez? Así que de receta hoy na’ de na’ que me parece muy obvio: freír patatas, saltear setas, hacer los filetes, servir.
Receta sencilla, fotografía sencilla pero disfrute a tope. Fue un momento a cámara lenta de esos que disfrutas a cada segundo. La cocina (mi nevera se alegró al volver a verme), la preparación, la fotografía y el almuerzo en sí. A paso lento. Disfrutando cada bocado y de cada sorbo del vino Garnatxa de Maset del Lleó con el que acompañé el plato.
Todo un placer.
Disfrutad de la semana. Yo prometo que lo haré.
4 Responses to Filete con patatas y champis