En casa de mis padres, el día de celebración por excelencia es el de Navidad, ya que además de la celebración general, es el cumpleaños de mi padre, así que toda la familia vamos a su casa a celebrarlo.
En Catalunya, los canelones se toman por tradición el día 26, festivo por ser Sant Esteve y se realizan con las sobras del día anterior que es cuando se hace el pavo relleno o en el caso de mis padres, cordero.
Pero como vengo de familia gallega, donde hay más platos que en la boda de las infantas, para Navidad nos juntamos con los canelones y con el cordero, no sin antes tener el aperitivo, el entrante y un primero, seguido después por un postre de frutas, uno más contundente y para rematar, los turrones, polvorones y frutos secos.
No os extrañe que después de la comida de Navidad, vaya rodando a mi casa para poder digerir todo esto durante los siguientes tres días.
Suerte tengo que a mi los canelones no me gustan porque no me va nada la bechamel, así que me «escaqueo» de unos de los platos.
Por esta razón, voy a ocultar a mi madre esta receta que está riquísima y me encantó, no solamente por la melosidad del relleno, realizado con carne de carrilleras ni por la salsa gratinada con parmesano, realizada con setas, si no también por la presentación. Cuenquitos individuales con los canelones en vertical. Nada de ir con la bandeja al centro de la mesa e indagar dónde está la unión de los canelones para poder servirlos enteros. Todo limpio y bien presentado. Lo único que necesitáis son cuenquitos suficientes para todos los invitados.
Os dejo la propuesta por si queréis preparar unos canelones diferentes.
La receta la podéis ver en el Magazine de invierno, en la pág 55.
Espero que os guste y que disfrutéis del fin de semana!
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