Últimamente me pregunto por qué hay personas en la red que parecen que están enfadadas con el mundo. Lo único que hacen es quejarse por todo con comentarios cínicos e irónicos que en algún momento han tenido gracia, pero que después de escucharlos por enésima vez, pues oye, cansa.
Parece que en los últimos meses tener un blog «cuqui», es un pecado.
Si utilizas cañitas de color pastel estás invocando al mismísimo diablo, si pones un paño un poco mono debajo del plato es que estás a un paso del exorcismo y ya no te digo nada de los tablones pintados como base para las fotografías, eso ya es otro nivel… estás poseída por los «Osos Amorosos».
Pues sinceramente, si el tiempo me lo permite (que no siempre es así, como en el caso de estos bollos), prefiero dedicar algo de tiempo al estilismo de mis fotografías porque poner un trozo de carne en medio de un plato con un puré de patatas de cualquier manera me transporta más a una comida de cuartel que a un almuerzo en buena compañía y con el objetivo de disfrutar.
No nos engañemos, si los libros de cocina no cuidaran sus fotografías, no venderían un ejemplar (iba a decir «una mierda», pero como soy «cuqui», mis mandamientos no me lo permiten).
Y llámame rara, pero a mi que el plato que me sirvan, ya sea en un restaurante o en casa, que esté bien presentado, en una vajilla bonita y con unos cubiertos bien monos, porque yo, como por los ojos (y por la boca, sí, que así me estoy poniendo de maja), y para comer de zafarrancho ya tengo los tuppers del trabajo.
Que digo yo, que si no te gustan los cupcakes porque piensas que es una magdalena venida a más, pues nada, ni los hagas ni los tomes y todos felices, no? (Y esto lo digo yo que no me gustan…).
Y si no te gustan las fotografías cuidadas con cucharillas, ropa de saco, tablones de madera y trapitos de flores y topos, con pasar al siguiente blog ya tienes suficiente.
La diferencia está en que no conozco a ningún blogger de esos «cuquis» que haga comentarios sarcásticos o viperinos hacia otros blogs que no cuidan la estética. Será porque no tenemos gracia, porque se nos ocurre la frase perfecta cuando ya es tarde, porque cuando nos mordemos no nos envenenamos o simplemente porque pasamos y preferimos invertir nuestro tiempo en cosas que nos llenan más como intentar hacer buena fotografía, visitar mercados de antigüedades o saquear Zara Home (sí, en esto tenéis razón).
Hay sitio para todos y cada cual elige el camino que quiere seguir. Si te gusta, bien y si no, pues también pero dejemos vivir y no seamos tan cansinos!
Y después del rollo y el derecho a rabieta y pataleo, los bollos.
No son unos bollos de pan típicos, están entre un bollo y una galleta hojaldrada, con un punto dulzón y mantecoso que se equilibra con el sabor de los tomates secos.
Espero que os guste y que disfrutéis de la semana.
Nota: Después de los primeros comentarios que he recibido sobre este tema, tengo que aclarar que esta entrada no es la respuesta a ningún comentario que me hayan hecho personalmente. Simplemente es una opinión a una tendencia que últimamente invade las redes sociales.
Ingredientes (8 bollos):
– 100 gr de mantequilla fundida
– 170 gr de harina
– 5 gr sal
– 1 sobre levadura seca de panadería
– 3 c/s de leche entera caliente
– 2 huevos batidos
– 40 gr tomates secos
Elaboración:
Mezclar la harina con la sal y la levadura.
Incorporar la leche, la mantequilla y los huevos y mezclar hasta obtener una masa.
Espolvorear un poco de harina en una superficie lisa y limpia y pasar la masa para seguir trabajándola allí durante 5 minutos aprox.
Poner la masa en un cuenco untado con aceite y taparla para dejar reposar durante 1h, a temperatura ambiente.
Pasado este tiempo, volver a amasar unos minutos, picar los tomates secos e incorporarlos.
Dividir la masa en 8 bollos.
En la bandeja de horno, poner papel vegetal y dejar encima los 8 bollos tapados y a temperatura ambiente durante 30 minutos más.
Precalentar el horno a 230º arriba y abajo.
Pasados los 30 min, pintar los panecillos con un poco de leche y meter en el horno durante 15 min aprox. Pinchar para ver si ya están listos.
Sacar del horno y dejar templar en una rejilla. Servir.
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