Este fin de semana lo hemos disfrutado en Zaragona, en el enlace de un compañero de trabajo de E.
Salimos para allí el sábado, después de dejar a Buck en casa de mis padres, eufórico por verles y deseoso de hacer todas la trastadas posibles en una nueva casa, llena de nuevos olores y millones de sitios para inspeccionar.
Después de la ceremonia, las felicitaciones y los emotivos momentos, nos dirigimos en medio de una Zaragoza realmente fría, al hotel donde se celebraría el convite.
No se cómo los camareros podían servir el cocktail en mangas de camisa con el frío que hacía. Yo no me sentía los deditos de los pies... Sorprendente.
Todo estuvo genial, buenos alimentos y bien preparados. Pero claro, en este tipo de celebraciones por poco que intentes comer, acabas con el estómago bien lleno